Estimulación sensorial |
Entendemos la percepción como una actividad compleja del cerebro, que pone en juego las funciones psíquicas; la imagen de un objeto, tal como la percibimos, es en efecto una construcción de nuestro psiquismo, una elaboración: los datos brutos suministrados por los órganos de los sentidos son cotejados con nuestros recuerdos, con el depósito de imágenes presentes en la memoria, con las ideas; hay un análisis de las sensaciones recibidas y luego la síntesis de un objeto-para-mí, diferente del objeto tal como el vecino lo percibe.
Los trastornos de la percepción, proceden:
- de una anomalía de los receptores de información periféricos (los órganos de los sentidos);
- de una anomalía de la integración cerebral (lesiones del cerebro, disfuncionamientos psicóticos o neuróticos de éste);
- de un trastorno de la comunicación con los demás, que debería permitir el ajuste de la percepción en función de datos exteriores a uno mismo (causas múltiples, que van desde los trastornos del lenguaje hasta los delirios).
La percepción queda alterada en numerosas enfermedades funcionales u orgánicas del sistema nervioso y de los órganos sensoriales; la terapéutica será específica (tratamiento de la enfermedad causal) y general (ejercicios perceptivos, sensoriomotores, etc.).
"Desde que el niño nace tiene la capacidad de convertirse en un ser receptivo, participando e interactuando, puede disfrutar de una relación reciprocamente satisfactoria en su medio próximo y, más adelante en su mundo en constante crecimiento". ( Barraga, 1973).
Dentro de lo que podríamos nombrar "desarrollo normal del niño", los estímulos del medio son registrados por los órganos de los sentidos y eso favorece la estimulación más importante para el crecimiento estructural del cerebro.
La estimulación multisensorial le ayuda a utilizar los sentidos intactos, así como las habilidades residuales que queden en los sentidos dañados (Galloway, 1971).
Esta estimulación variará según sea la patología global del niño y su grado de afectación visual: baja visión o ceguera.
La densidad de las conexiones sinápticas y la capacidad de rendimiento, depende no sólo de la maduración neurológica sino también de la influencia del medio ambiente.
La estimulación sensorial forma parte fundamental del trabajo perceptivo y es la fuente básica de información. Para la percepción serán necesarias la memoria de experiencias pasadas , la intervención del sistema nervioso central y las entradas sensibles que aportan los datos a través de los sentidos.
La estimulación tiene como objetivo activar no sólo las áreas corticales especializadas sino también la multitud de zonas relacionadas que conforman la complejidad del hecho perceptivo.
Cuando hablamos de niños con plurideficiencias, nos encontramos que el sistema perceptivo, motriz y comunicativo de estas personas pueden estar alterados, y que no son capaces de comprender de una manera activa a los estímulos del entorno. Frecuentemente su percepción se encuentra limitada al espacio inmediato.
En patrones de desarrollo normales, la actividad motriz se encuentra dirigida, controlada y estimulada por la visión. El niño ciego puede compensar la falta de visión. Pero cuando se producen lesiones y déficits en todos los ámbitos sensoriales, resulta especialmente perturbadora la ausencia de desarrollo visual.
Los niños plurideficientes habitualmente no pueden ser activos por sí mismos, esto provoca una restricción de sensaciones no sólo a nivel motriz, sino también visuales, corporales... y por tanto una dificultad grave en la percepción.
Partiendo de que siempre se pueden dar cambios en el proceso de desarrollo del niño (incluso a nivel neurológico somos conscientes de la existencia en algunos casos de plasticidad cerebral), la importancia de la estimulación es fundamental.
La estimulación sensorial adquiere por consiguiente una importancia relevante en el proceso perceptivo y en la interacción del niño con su entorno.
Disponer de un entorno estimulante, favorecerá que el niño pueda adquirir diferentes experiencias que le ayuden a significar las sensaciones que percibe.