Un lugar para crecer juntos

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Parque del Plata- Uruguay

domingo, 12 de febrero de 2012

El cien pies descalzo y la alfombra de cien mil dolares





En lo alto de una montaña, debajo de una roca, vivía Alberto, un cien pies feliz que no acostumbraba mucho preocuparse por pavadas. Además tenía una casa bonita, con sillones cómodos, comida abundante, teléfono, computadora, libros y por supuesto Internet. A él le encantaba hacerse amigos por facebook, ya que en lo alto de la montaña se sentía un poco solo. Su amiga era la lagartija Juana, la que siempre le traía los alimentos de sus largas expediciones al shoping del pueblo que estaba en el valle. Se había hecho ya de muchos amigos de esta forma, pero cuando les decía donde vivía nadie quería subir porque la montaña además de ser empinada, tenía sus laderas cubiertas por abrojos y pastos duros que lastimaban los pies. Y los pies son la zona mas delicada de cualquiera cien pies. Alberto, de hecho, tenía un solo ciento de zapatos desde hacía muchos años y a pesar de que los cuidaba mucho ya estaban en un estado calamitoso. No era fácil para los cien pies comprarse zapatos. Alberto comprendía lo que le decían sus amigos, los abrojos daban miedo, de hecho el nunca salía afuera descalzo por miedo a lastimarse y cuando lo hacía trataba de no ir muy lejos para que no se le gastara el único ciento de zapatos que tenía.
Pero una mañana muy temprano se despertó con el sonido de los truenos. Una tormenta como hacía tiempo no veía, rayos, centellas, viento y mucha pero mucha agua caia desdde el cielo. Asomó la cabeza por debajo de la roca, temblando de miedo y vió a través de la cortina de agua a un pequeño escarabajo que se debatía contra el viento itentando avanzar hacía alguna parte. Movido por la compasión y sin pensarlo salió corriendo de su casa para ayudar al pequeño. Rapidamente llegó y con bastante esfuerzo logró arrastrarlo para llevarlo con él debajo de la roca. Cuando estaban por entrar, de pronto paró la tormenta y un hermoso arcoiris se desplegó en el cielo. Ambos se detuvieron ahí, a tres pasos de la entrada y contemplaron el grandioso espectáculo con la boca abierta. En ese instante Alberto se dio cuenta que no tenía zapatos y preocupado se miró los pies. Pero nada, no se había hecho ni un rasguño. Volvió a poner los pies en el suelo y se dió cuenta de la frescura de la tierra y entonces piso y piso con todos sus pies y eso le gustó mucho porque se empezó a formar un charco de barro que los salpicaba a ambos...y eso se puso divertido...el escarabajo también se puso a saltar y quedaron todos cubiertos de barro y muertos de risa. Tanto les gustó la experiencia que decidieron crear una página en facebook que se llamaba "yo no uso zapatos" para compartir sus experiencias con los pies descalzos. Todos los días probaban algo nuevo con los pies: meterlos en agua, arrancar abrojos sin lastimarse, acariciar flores, patear piedritas, arrastrar tierra seca, etc.
En una semana la página se había llenado de "me gusta" y seguidores que se sumaban a experimentar y contar sus experiencias con los pies descalzos.
En dos meses ya se había instaurado la moda de no usar zapatos. Y esto era maravilloso para los cien pies y otros bichitos que tenían dificultades para comprar zapatos. Pero ocurrió que como era moda, se sumaron también los que tenían pocos pies y mucho dinero para comprarlos. Y estos, para no tirar los zapatos a la basura, empezaron a usarlos para otras cosas: de cartuchera para los lápices, como macetas, sombreros, carteras, billeteras, agendas, papeleras y mil cosas mas.
Y al contrario de lo que podría creerse, aumentaron las ventas de zapatos de una forma increible porque ahora un zapato ya no era un zapato, era cualquier cosa que te puedas imaginar menos algo para ponerse en los pies.
Cuando las zapaterias vieron lo que estaba ocurriendo decidieron investigar a que se debía este aumento exponencial de las ventas. Y encontraron la página de facebook y con ella a Alberto. Y asi decidieron hacerle un homenaje y darle un premio de cien mil dolares en la categoría "innovación empresarial". Luego de la fiesta que decidieron hacer en la propia montaña ( y a la cual llegaron seres de todo tipo y de todas partes) le hicieron entrega del premio y se retiraron.
Alberto, loco de alegría ordenó los billetes y se sentó tranquilo, con mucho hilo y una aguja, a unirlos uno a uno hasta formar una enorme alfombra. Tardó un mes en finalizarla, y cuando estuvo pronta, publicó su evento en el facebook "los pies descalzos nos juntamos a bailar sobre la alfombra de los cien mil dolares"
Y fue una fiesta maravillosa, donde todos, hasta los pies mas sensibles pudieron bailar desde el amanecer de un día hasta el otro. Y a partir ahi quedó instalada la alfombra sobre una ladera de la montaña para que todos puedan subir a jugar en tiempos de sequía que es cuando mas pinchudos están los abrojos.
Y Alberto sigue ahi, feliz, descalzo y acompañado

Y nosotros descubrimos que el valor y la utilidad de las cosas es tan variado como nuestra imaginación y nuestros deseos lo permitan....no todo es ni tiene que ser lo que parece....

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