Un lugar para crecer juntos

Un lugar para crecer juntos
Parque del Plata- Uruguay

domingo, 29 de mayo de 2011

MEDITACIÓN PARA NIÑOS




Tal vez has escuchado la palabra meditación y te imaginas a una persona sentada quietita y en silencio o diciendo oommm. Pero no es eso exactamente. La meditación es algo mucho más lindo de lo que puedas imaginar.
Los adultos a veces cerramos los ojos cuando meditamos porque queremos disfrutar al máximo de lo que sentimos...es como cuando comes un helado delicioso y cierras los ojos al ponertelo en la boca y dices "mmmm...delicioso". Asi te sientes cuando meditas. Tal vez no sea fácil explicarte lo que es exactamente, pero sí te puedo decir que es como si sintieras que saboreas tu plato favorito y olfateas tu perfume más rico y sientes una temperatura bien agradable en el cuerpo. Exactamente meditar es dejar de pensar y empezar a sentir. ¿Sentir que? Bueno, sentir todo lo que te olvidas de sentir cuando estas apurado haciendo tareas o pensando como solucionar un ejercicio de matemáticas. Por ejemplo, puedes sentir la tibieza del aire que entra por tu nariz, el perfume de las cosas que te rodean, el aire en tu rostro, pasear por tu cuerpo sientiendo tus piernas, tus manos, tus brazos, los ruiditos de tu corazón, de tu barriga y mucho más. Lo más lindo es que al pasear por tu cuerpo puedes aflojar las partes que tenías apretadas o incómodas sin darte cuenta. Claro te preguntaras como se logra eso de dejar de pensar y empezar a sentir. Te explico la técnica. Lo primero que debes hacer es cerrar los ojos e imaginar que tu mente es una pantalla de cine. Imaginate sentado cómodo en una butaca del cine. Observa la pantalla. Verás que empiezan a aparecer imágenes una tras otra sin que tu lo decidas. Es como ver una película. Ahora que ya sabés que puedes observar tu mente, deja de observarla un poco y concentrate en olfatear como si eso que quisieras olfatear estuviera lejos, respira asi, tratando de sentir el aroma. Imagina que es un aroma muy rico y disfrutalo. Ahora pasa tu atención a tu cuerpo. Siente tus pies, primero uno y después otro y dejalos bien flojos. ¿Te das cuenta que puedes dejar floja una parte de tu cuerpo sólo con desearlo? Bien, puedes seguir así jugando y probando con distintas partes de tu cuerpo a ver si resulta. Cuando hayas terminado de pasear por el cuerpo, vuelve a la butaca del cine, ahora notarás que te sientes más cómodo porque tu cuerpo está bien flojo. Pero vamos a hacer una cosa distinta, ahora en vez de dejar pasar la película, vamos a elegir nosotros que imágenes se van a proyectar en la pantalla.
Eso es algo que puedes hacer cada vez que te aparezcan "películas" feas en la mente. Siempre puedes cambiar a una película que te produzca sensaciones agradables. Es mágico lo que puede hacer la mente. Y lo mejor es que si nos acostumbramos a proyectar películas agradables nos sentiremos mucho mejor durante todo el día. Para eso sólo se necesitan ganas y una pizca de imaginación. De todos modos, para que empieces, te dejo una película que puedes proyectar cuando quieras. Veras que es como un cuento. Imaginate que por la pantalla pasa caminando un niño. Va muy alegre cantando una canción que te gusta mucho. Cada tanto salta de alegría. Observalo un rato y verás que su alegría es contagiosa. De pronto el niño se para y voltea hacia ti y te observa con una sonrisa enorme. Está sorprendido y alegre de encontrarte. Parece que te buscaba hace mucho. Es un amigo que viene desde lejos, de un lugar que tu ya habías olvidado. Te saluda con mucha alegría y te cuenta que en verdad ustedes se conocieron en un lugar donde todos eran principes y princesas. Y como ve tu cara y se da cuenta que estas dudando saca un cofrecito de su bolsillo y te lo ofrece. Tu lo abres y cuando lo haces sale una hermosa luz azul de alli dentro. Es un anillo que habías dejado olvidado y te pertenece, tiene una hermosa piedra de color azul y aroma a rosas. Ahora sonries porque lo recuerdas todo y le agradeces mucho esta visita. Ahora recuerdas que en verdad eres un ser muy especial y que vienes de un lugar donde todo es alegría y amor. Colocas el anillo en tu dedo para no olvidarlo y te despides de tu amigo que te promete que cada vez que quieras conversar con él sólo tienes que frotar tu dedo donde esta el anillo y el vendrá. Ahora que terminaste de pasar la película respiras bien profundo como si pudieras llenarte de esa luz azul y te desperezas estirando bien los brazos y la espalda.

viernes, 6 de mayo de 2011

CUENTOS PARA HACER YOGA CON LOS PEQUEÑOS III



Un cuento para leer con el corazón

El lugar donde vivía Alma era un remanso de luz; allí se respiraba amor y alegría. Sus amiguitos eran muy divertidos, amables y compasivos. Era increíble verlos jugar, charlar o trabajar juntos; daba la impresión de que vivían en un mundo donde no existían límites ni reglas aburridas. Lo sorprendente era que había una gran armonía. Lo cierto es que las reglas sí existían, pero se cumplían de manera tan natural que no se daban cuenta siquiera de su existencia, porque eran reglas del corazón, basadas en la verdad, el respeto y el amor.

Alma y sus amigos sabían que debían disfrutar y aprovechar cada momento. Trataban de evitar hablar del día en el cual irremediablemente tendrían que separarse. Formaban una gran red de amor y habían hecho un compromiso de permanecer eternamente unidos por lazos invisibles.

Un día, Alma comenzó a sentirse rara, como encerrada y limitada. Lo peor de todo era que no encontraba a sus amigos. No sabía qué le estaba pasando; sentía un nudo en el pecho y un gran malestar. Le llevó un largo tiempo darse cuenta de que HABÍA NACIDO y de que su vida a partir de ese momento sería bien diferente.

Antes de nacer, Alma y sus amigos acostumbraban comunicarse entre ellos a través del pensamiento. Si alguien necesitaba algo, el amiguito que estaba más cerca se lo alcanzaba; si alguien sufría por algo, el dolor se compartía entre todos hasta que desaparecía. La verdad es que eran realmente un equipo. Pero cuando nació y comenzó a enviar mensajes a sus padre a través del pensamiento se sintió muy triste al comprender que no era escuchada. Entendió que la única manera de que le prestaran atención era llorando. Pero aun cuando venían a ver por qué lloraba fue muy difícil que se dieran cuenta cuál era el mensaje y qué era lo que verdaderamente necesitaba. Con el tiempo se fue adaptando y perdiendo las esperanzas de reencontrarse con sus viejos amiguitos.

Unos meses antes de cumplir seis años, Alma comenzó el colegio. Los compañeritos siempre la buscaban para jugar pero ella se divertía estando sola. Encima, los maestros decían que era inquieta y que no respetaba las reglas. En los cumpleaños nunca hacía lo mismo que los demás chicos y no entendía por qué se enojaban tanto si lo único que quería era que la dejasen disfrutar a su manera.

Alma comenzó a sentirse sola e incomprendida; ni siquiera creía que sus padres –a quienes amaba- la pudieran ayudar. No entendía para qué había venido a un lugar tan lento, aburrido y lleno de reglas inútiles. Sus ojitos ya no brillaban y no encontraba el sentido de estar en este mundo.

Una noche, mientras Alma dormía, en su sueño apareció un ser que irradiaba una hermosa luz blanca. La imagen era tan bella que Alma comenzó a llorar de emoción. Por fin volvió a sentirse feliz, después de mucho tiempo. Caminaron juntos, alumbrados por la luz de la luna, conversando a orillas del mar. Alma sintió como si se reencontrara con un viejo amigo. Tenía una alegría muy profunda en su corazón.
De pronto, la madre la despertó abruptamente para llevarla al colegio. Alma se sintió desorientada y un poco preocupada: tenía miedo de no volver a ver nunca más al luminoso ser del cual no sabía ni siquiera el nombre. Pero el temor se fue rápidamente ya que esa misma noche se reencontraron en el sueño y mantuvieron el siguiente diálogo:

—¿Cuál es tu nombre? —preguntó Alma.

—Emmanuel —le contestó.

—Ah, tenía miedo de no volver a verte —se apuró a decir Alma.

—¿No recordás acaso nuestro compromiso de seguir unidos eternamente? —le preguntó Emmanuel.

—La verdad es que desde que nací casi no puedo recordar nada.

—De eso se trata mi visita. Muy pronto yo también tendré que nacer y al igual que tú corro el riesgo de olvidar quién soy y cuál es mi misión; yo vengo a ayudarte, pero también necesito de tu ayuda —explicó Emmanuel.

—¿Estás seguro de que querés nacer en este mundo? Se te ve tan bien, tan luminoso, tan feliz donde estás...

—Es cierto, aquí todo es hermoso, hay mucha paz y felicidad. Todos somos como antorchas encendidas y dondequiera que vayamos hay luz. Es por eso que somos tan felices.

—¿Y qué tiene de malo eso?

—No, no tiene nada de malo, simplemente que las antorchas sirven para iluminar y, para cumplir su función, deben estar donde no hay luz. Además, no podemos ser felices completamente sabiendo que en otros lugares existe tanta maldad, mentira y desamor. Por eso hice el compromiso de nacer.

—¿Y qué puedo hacer yo para ayudarte? —replicó Alma.

—Lo primero es escucharme; a partir de hoy no necesitarás soñar para encontrarte conmigo. Me podrás escuchar todo el tiempo y así estaremos comunicados.

—¿Y los demás también podrán escucharte?

—A mi mamá le será más fácil. En principio les daré mi nombre, aunque ella seguramente pensará que fue idea suya.

—¿Y de qué otra forma puedo ayudarte?

—Debes prometerme que después de que yo nazca, cuando me veas triste, sin fuerzas y con el corazón cerrado, me recordarás quien soy y que vine a este mundo para ayudar a los demás.

—¿Pero cómo haremos para encontrarnos?
Justo en el momento en que iba a darle la respuesta, fue el padre quien la despertó. Alma quedó desconcertada; pensaba que, si la hubieran dejado dormir unos minutos más, Emmanuel le habría dicho cómo podrían reencontrarse.

En los dos meses siguientes, Alma no pudo volver a reunirse con Emmanuel en sus sueños ni tampoco escucharlo. Nuevamente estaba perdiendo su alegría y comenzó a pensar que todo había sido simplemente un sueño.

Un domingo, durante el almuerzo, su papá y mamá le dieron la noticia de que iba a tener un hermanito. Seis meses después, Alma estaba dibujando mientras sus padres conversaban. De repente, escuchó que su mamá le decía a su papá:

—¿Qué te parece si le ponemos Emmanuel?

En ese momento, Alma comprendió que son muchos los niños que vienen con un mismo objetivo y que sólo es cuestión de encontrarse y unirse para volver a abrir el corazón. Que entre los niños que ella conocía había un montón de seres como Emmanuel, a los cuales ella podía recordarles quiénes eran y para qué estaban en este mundo. A partir de ese momento, Alma dejó de querer estar sola y empezó a jugar con todos los chicos.

Cuando nació Emmanuel, Alma comenzó a escucharlo. No sólo a él, también podía escuchar a otros bebés. Hoy Alma y Emmanuel están más grandes. Ellos son mucho más que hermanos, son como antorchas de luz, y saben cómo encontrar esa luz en quienes los rodean y encenderla. Saben que es verdad que en este mundo hay mucho sufrimiento, pero nunca olvidan que están aquí para transformarlo en un lugar maravilloso.
Tomado de:
©Fundación para los Niños y Jóvenes de la Nueva Era
http://www.indigos.com.mx/Un-cuento-para-leer-con-el-corazon.html

jueves, 5 de mayo de 2011

CUENTOS PARA HACER YOGA CON LOS PEQUEÑOS II



TITO, EL ELEFANTITO…

(Un cuento para los que buscan su manada)


Habia una vez un elefantito que...le llamaremos....Tito (si, Tito de elefantito). Cuando era muy pero muy pequeño se perdió de su manada y por fortuna lo adoptaron unos monos que le proveyeron de alimento y le enseñaron las monerias típicas de los monos. En su primera infancia Tito se divertía mucho con los monos sin cuestionarse nada acerca de su propia naturaleza. Pero como ya se imaginaran nuestro elefantito fue creciendo y llegó...digamos....a su adolescencia (por decir algo, ya que no se ha comprobado cientificamente que los elefantes pasen por esta etapa) Pero bueno...asi fue que Tito comenzó a observar el comportamiento de los amigos que le rodeaban...vio que podian subir con agilidad a los árboles y balancearse por horas en las ramas y las lianas que colgaban de ellos... pero él (que aun no se habia dado cuenta que era un elefante) por más que lo intentaba no encontraba la forma de poder hacer esas cosas tan graciosas que hacían sus amigos. Ellos pasaban horas allá arriba y él solo podía limitarse a observarlos y reirse sin poder participar de otro modo. Comenzó a sentirse triste y a cuestionarse sobre su falta de habilidad y su torpeza y se fue encerrando hasta ya no querer compartir ni una sonrisa con ellos...ya nada le causaba gracia. En su mente solo daba vueltas la idea de conseguir subir a los árboles. Un día mirando el cielo vió pasar una bandada de gansos...observó el movimiento de sus alas y lo alto y rapidamente que podían desplazarse con este movimiento. Así se le ocurrió entrenarse para poder hacerlo y asi alcanzar la copa de los árboles y jugar mano a mano con sus amigos. Cada día al despertar salía a correr por un descampado de la selva agitando y agitando sus enorme orejas ("lo conseguiré" pensaba). Pero luego de tres semanas de practicar el ejercicio y no ver resultados pensó que necesitaría dedicarle más tiempo...y así fue que al final pasaba el día entero moviendo sus orejas hasta caer exhausto. Un día se trepó a una roca tres metros sobre el suelo para ver si era que necesitaba tomar un poco de impulso y se lanzó consiguiendo un buen trompazo contra el suelo que lo dejo estornudando por varios días. Ya estaba empezando a preocuparse...sus amigos ya casi no le hablaban porque creian que se habia vuelto loco y hasta le tenían miedo.Nadie entendía lo que pasaba por la cabeza de nuestro elefantito. Sólo un viejo mono....el mono más sabio y silencioso de la aldea pudo mirar con otros ojos las acitudes de Tito. Fefo (que asi se llamaba este mono-chaman) un día se acercó al elefantito mientras este corría como un loco de un lado a otro agitando sus orejas y le gritó "Tito,Titoooo" a lo cual el elefante sin dejar de correr por supuesto le contestó "¿queeeeeeee?" "Ya deja de correr...quiero ayudarteeeeeeee" Al escuchar estas palabras Tito paró en seco "¿Me ayudarás a volar?" El mono Fefo que era sabio y no solo por viejo (que vamos, ya sabemos que los monos no se andan peguntando las edades, que tontería) le mintió provisoriamente "SIIIII, claroooo" Entonces a Tito se le iluminó la cara y sonrió como hacia tiempo no lo hacía...su corazón parecía salirse del pecho de tan fuerte que latía....me parece escucharlo todavía....."Vamos, enseñame todo ahora...ahoraaaaaaa...vamos si, yaaaaaaa enseñame por fi, por fi, por fiiiiiii" "Tranquilooo- le contestó Fefo- ahora respira...para aprender esto debes estar calmado vamos respira así....conmigo...inhalo....cuento hasta tres....exhalo...." Así respiraron juntos por un rato hasta que Tito fue recuperando la calma...."bueno....estoy mejor....¿qué haremos ahora?" "Bien, dijo Fefo, debo mostrarte una cosa importante en el río, pero es lejos y mis piernas ya no responden como antes...deberás llevarme sobre tu lomo....queda a unos tres kilométros de aqui" "Clarooo- respondío Tito- subete ya y vamos" Fefo estaba feliz aunque no quiso demostrarlo mucho (jaja el mono reconocía que era un poquitin orgulloso y le gustaba ese rol de mono sabio y serio que tenía en su tribu)...en verdad recordó que la última vez que había paseado en el lomo de un elefante era cuando apenas tenía un año y eso lo hizó revivir esa alegría e inocencia de sus primeros años. Con esa alegría nuestro amado mono fue contando chistes y anécdotas que le hicieran más entretenido el viaje al desorientado de Tito..también lo hacía parar cada tanto para mostrarle las maravillas de la selva....le enseño el aroma y los colores de las flores....le hizo escuchar el canto de los diversos pájaros y el sol reflejándose en sus plumas...le habló del misterio de la luz y de la sombra.....Tito estaba maravillado....se sentía tan pero tan feliz que hasta llegó a olvidar para donde iban y con que finalidad...Una de las cosas que le enseño Fefo fue al observar un camino de hormigas....¿cómo no pierden el camino? le había preguntado Tito...y Fefo le explicó que se reconocían por el olor...que podían identificarse de esa forma y así trabajaban juntas sin perderse por los caminos...que lo que hacía poderosas a las hormigas no era su tamaño sino su capacidad de trabajar unidas con la misma finalidad. Asi siguieron de charlas y risas...cada tanto Tito decía sus buenos disparates y Fefo seriamente le respondía que se comportara (aunque por dentro moría de risa al escuchar los absurdos de Tito). Llegaron a la orilla del río....el lugar era lo más parecido a un paraíso que hayan visto jamás. A Tito le atacó la ansiedad otra vez al recordar la promesa de Fefo..."bueno...ya estamos...¿ahora me vas a enseñar a volar?" "Tranquiloooo - repitió Fefo- vamos a disfrutar un poco del paisaje primero" Y asi observaron los peces que saltaban en el río...escucharon el sonido del agua que fluia armoniosamente entre las rocas....sintieron el viento que jugaba con las hojas....y Tito comenzó a recuperar la calma..se sintió invadido por una paz indescriptible.... Entonces Fefo le sugirió "Vamos a acercarnos al río y a observar las aguas" Se acercaron hasta mojar sus patas en la orilla y al observar la superficie Tito pegó un grito "¡¡Hay un bicho enorme en el agua!!!" Fefo esta vez no pudo contener la risa "No es un bicho enorme...es tu reflejoooo" "¿Mi qué?-contestó Tito desconcertado" "Tu reflejo....ese eres tú que te ves a ti mismo en el espejo del río...el río te devuelve tu imagen" "¡¡¡No es verdad- protestó Tito- No soy tan grande!!!! ¡¡¡Como puede ser...con razón mis amigos no me quieren más....soy un mono deformeeeeee!!!! "TITOOOOO ESCUCHAME- y esta vez Fefo estaba serio de verdad- debo decirte algo muy importante: NO ERES UN MONOOO....ERES UN ELEFANTEEEEE" "Pero que es un elefante?"preguntó Tito desconcertado. "Un elefante es alguien como tú...un elefante es un ser grande y fuerte...con una trompa larga, fuerte y flexible para ayudar no sólo a los de su manada sino a todos los animales de la selva" Tito quedó pensativo un rato y Fefo lo dejo en su silencio al saber que la noticia que acababa de darle era verdaderamente muy movilizadora.....Al cabo de un largo rato Tito preguntó timidamente..."¿Los elefantes vuelan?" Fefo sonrió con ternura...¿cómo explicarle que no? "Bueno- le dijo- no vuelan lo que se dice volar con su cuerpo...pero vuelan de una forma mucho más interesante" Otra vez se iluminó el rostro de Tito "¿Cómo volamos?" "Te diré....los elefantes vuelan cuando hacen algo desde el amor y la alegría que pueda a su vez hacer felices a los otros....entonces su corazón se siente volar....es una sensación maravillosa" Tito otra vez quedó pensando ......"¿Donde hay más elefantes? Me encantaría conocerlos y saber que cosas hacen para que vuele su corazón" "Bueno...te seré sincero- le contestó el mono sabio- yo no sé donde hay otros elefantes pero si te puedo enseñar a que los encuentres...a que encuentres a tu verdadera manada...verás....lo primero que debes hacer es tener el verdadero deseo de encontrarla (eso ya lo tienes por lo que veo) luego debes sostener ese deseo firmemente todos los días y al despertar invocar a tu manada...debes decir "ya estoy en camino de encontrar a mi manada...cada vez está más cerca" y ese pensamiento lo colocas en una hermosa burbuja rosada (el mono había escuchado eso de un cuento infantil que contaba una madre por las noches....porque tenía el don de la telepatía aunque pocos lo sabían) y se lo envías al universo para que él encuentre la forma de acercarte a ellos" ¿Quién es ese señor Universo?" preguntó Tito imaginado un mono enorme...."El Universo en verdad es como un papá y una mamá que se encargan de que todo funcione a la perfección en la naturaleza...pero no tienen una forma física....son solo inteligencias sin un cuerpo ni una cabeza que podamos ver" Tito no entendió demasiado bien pero confió en que así sería y a partir de ese día en vez de andar corriendo y sacudiendo sus orejas como un loco se dedicaba a llenar el espacio de burbujas rosadas....y....bueno...no se conoce muy bien el verdadero final de la historia pero cuenta una leyenda que un día Tito al fin pudo encontrarse con sus hermanos y entre todos construyeron un puente maravilloso sobre el río para que por él pudieran pasar todos los animales de la selva...especialmente los que no sabían nadar ni volar o eran muy pequeños para hacerlo.....

domingo, 1 de mayo de 2011

CUENTOS PARA HACER YOGA CON LOS PEQUEÑOS



Cuento para hacer yoga: sobrevolando la tierra




Vamos a imaginar que somos águilas…nos paramos al borde de un pico de la montaña para observar el paisaje a lo lejos…desplegamos las alas y elevamos alternadamente una y otra pata para comprobar nuestra fuerza y equilibrio mientras miramos hacia abajo a lo lejos el paisaje maravilloso que tenemos por delante…mientras lo hacemos respiramos cada vez mas profundo para cargar de energía nuestras alas…sentimos el viento que pasa soplando con fuerza (expiramos fuerte por la boca) y se mueven nuestras alas para ayudarnos a no caer en este intento de equilibrio…alternamos una y otra vez las patitas para comprobar que nuestra fuerza y nuestro equilibrio son cada vez mayores…y ya estamos listos para volar…nos desplazamos suavemente por el salón sintiendo como si voláramos…sentimos el viento que roza nuestras alas…y son muchas águilas pero conocen el espacio y no interfieren en el libre vuelo de sus compañeras…el espacio es suficiente para todas…ahora vemos ahí abajo un grupo de leopardos que se están despertando al nuevo día…queremos sentirnos como ellos…bajamos a la tierra para imitar sus suaves movimientos mientras se desperezan…ahora somos los leopardos por un rato…panza abajo nos levantamos suavemente para ponernos apoyados en cuatro patas…llevamos la cola hacia atrás…tocando los talones…sentimos como se estira nuestro lomo..bien estirado…y luego volvemos a colocarnos en cuatro patas …arqueamos el lomo hacia arriba y hacia abajo…es una buena forma de desperezarse y tomar energía para los leopardos…luego nos ponemos de costado estirados y dejamos caer el cuerpo hacia un lado y hacia el otro balanceándonos mientras sentimos la frescura del pasto en nuestro cuerpo…elevamos las piernas hacia arriba flexionadas y nos hamacamos hacia delante y hacia atrás…jugamos a hamacarnos…ahora que ya hemos experimentado lo que se siente ser leopardo nos incorporamos para seguir nuestro vuelo…una vez más probamos la fuerza y el equilibrio de nuestras patas y abrimos las alas para continuar volando…sentimos el aire que entra por nuestra nariz..fresco…agradable…y seguimos volando hasta que descubrimos allí abajo una hermosa playa de río..nos llama la atención el agua cristalina y la arena limpia…en las orillas caminan unos patos…y también hay una cobra que levanta su cabeza entre unos arbustos…bajamos suavemente y seguimos a los patos para imitarlos…nos ponemos en cuclillas y vamos dejando caer una rodilla al suelo para dar un paso mientras la pierna de atrás se estira y luego otro paso..llevamos ahora la otra pierna doblada adelante para dejar caer la rodilla y seguimos un ratito así hasta que nos cansamos de ser patos y decidimos imitar a la señora cobra que descansa panza abajo y solo eleva su tronco para observar tranquila desde allí…observamos el movimiento suave del oleaje del río…y decidimos acostarnos en la arena tibia para imitar su calma…boca arriba imaginamos que somos un rio…podemos cerrar los ojos para sentir el agua que se mueve cristalina..fresca y transparente en nuestro cuerpo…somos el río…en cada respiración sentimos las olas que suben y bajan en nuestro cuerpo enorme de agua…y nos sentimos bien tranquilos…cada vez más tranquilos…somos un río calmo…lleno de vida y de paz…somos agua fresca…es una linda sensación sentirse río…fluir como el agua...respiramos profundo tres veces…despacio y profundo y luego estiramos los brazos y las piernas bien estirados para desperezarnos y salir de este sueño…pero mas alegres y tranquilos…como después de unas vacaciones…

Objetivos:

- experimentar asanas en movimiento

- flexibilizar, equilibrar, fortalecer, relajarse

- acercarse a la experiencia de ser otro

- visualizar la magnificencia de la naturaleza

Inteligencias en juego:

- Intrapersonal

- Interpersonal

- Corporal- cinestésica

Área física, asanas, movimientos:

- El águila haciendo equilibrio: aumenta el sentido del equilibrio, mejora el riego sanguíneo a las piernas, fortalece todos los músculos de las extremidades inferiores, aumenta la capacidad de concentración,intensifica la atención mental.

- El águila que vuela: amplifica la caja torácica, mejorando la capacidad respiratoria, permite tener la experiencia de levedad y tomar conciencia del espacio a utilizar por el cuerpo, fluidez de movimientos

- El gato (el leopardo en este caso) es el asana más beneficiosa para la columna vertebral. Además es muy beneficiosa para favorecer una respiración profunda y expandir la caja torácica por lo que se recomienda en problemas respiratorios. Distiende el abdomen, abre el apetito y se recomienda en casos de gastritis o reflujo.

- El osito que se hamaca masajea saludablemente las vértebras, aportándoles mayor flexibilidad, de igual forma favorece todo el sistema nervioso generando una mejor comunicación entre el sistema nervioso central y el resto del cuerpo. Es muy relajante.

- Caminar como patos: mejora la coordinación motora, flexibiliza la articulación de rodillas, fortalece las piernas y la articulación de la cadera

- Sentirse como el río: relajación, toma de conciencia del cuerpo y de las diferencias relajación-tensión, puesta a punto para la siguiente actividad

Área Psicomotriz:

- regulación de los movimientos

- equilibrio

- ritmo

- coordinación motriz

Área expresión corporal:

- situación del cuerpo en relación al espacio

- ritmo

- representación

Valores: respeto por el otro, libertad con límites

Aspectos del yoga: Yama, Niyama, Pranayama, Asana


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